jueves, 13 de noviembre de 2008

EDITORIAL

Si bien Trujillo es considerada por muchos como “la ciudad de la cultura”, difundir el arte y abrirle espacio a las nuevas manifestaciones culturales que nacen en esta “cosmopolita” ciudad, se ha convertido en una odisea tan humana como, muchas veces, imposible.

En la actualidad, cualquier bostezo artístico (que más necesita del producto comercial que de la capacidad intelectual) lleva una ardua tarea, un vaivén de negativas y desilusiones, que van desde la imposibilidad del apoyo, hasta la innegable duda sobre el nivel con el cual se produce (hablemos de una suerte de control de calidad).

Estirarle la mano al arte, es ya una filosofía de orates o personas que llevan equívocamente el juicio; por suerte, muchos prefieren vivir como locos en este invariable mundo de cuerdos. Aún sin el apoyo de muchos, unos pocos le descubren nuevos rostros a la realidad.

La naturaleza de lo cultural no tiene sus raíces en los diccionarios ni en libros de historia que, valgan verdades, carecen de espíritu o pasión. La cultura y la historia se hallan, no en falsos héroes ni en históricos verdugos, sino en el alma de sus artistas. Y Trujillo se ha caracterizado, de manera innegable, por cobijar estos grupos que han brindado una imagen virtuosa y fructífera de expresión a través del tiempo. Ciudad de orgullos, de proféticos versos que vieron nacer la más insigne voz de la poesía peruana, y que abre ahora sus brazos para dar vida a nuevos artistas que pugnan por crearle emociones al destino.

Es el turno de los nuevos artistas: de bandas locales como Perú Salvaje, Escape, Azulejos; de un nuevo cine representado por Huáscar Producciones, a la batuta de Manuel Rubio; de la nueva narrativa en las letras del “neorrealismo ilógico”, con jóvenes voces como las de Jorge Torres y Gonzalo Del Rosario; de “mixturas literarias” como las que cobija el grupo literario Pluma de Carne, que poco a poco obtiene triunfos en diversos espacios y medios culturales; de dibujantes oscuros y poco ortodoxos como Nocturna, Epicus y Likanus; de noveles plumas como las de Hernan Darío, Carolina Rodríguez y María José Cumplido; de pintoras como Isabel Rodríguez y Lily Chávez; de jóvenes empresarios que apuestan por el arte, como Flavio Martínez con Garun Estudio, y Oscar Ramirez con Editorial Alternativa OREM.

Es el turno de los nuevos artistas… sólo déjenlos crear.

El editor

1 comentario:

Wilson Moreno R. dijo...

La gente aparece; pero, nadie grita que apareció...

¿Cómo hago si quiero colaborar?